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EL MATRIARCADO Y LA MODA EN TEHUANTEPEC, Mx.

  • FerForza
  • 11 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Desde que nací viví sometida al matriarcado y siempre estuve acostumbrada al ejercicio del poder de parte de las mujeres de mi familia por encima de los hombres, mujeres robustas, extrovertidas y fuertes, esto sucede mucho en nuestro país y por eso me resulto tan interesante saber que las reinas del matriarcado son las mujeres del Istmo de Tehuantepec en México.

El interés de escribirles se debe a un amor infantil por los vestidos de Tehuanas, esos vestidos de fondo negro bordados con inmensas flores multicolores que utilizaba en bailes escolares y que confeccionaba mi abuelita en casa, esa fascinación por todo lo que viene de esa región me hicieron conectar tres cosas en mi vida...matriarcado – moda- Tehuantepec.

Pues aquí les va la tarea de investigación que me impuse para todos ustedes…

Entre 1930 y 1932 un extravagante y visionario cineasta soviético, Sergei Eisenstein, recorrió parte de México recopilando información y filmando una película documental que nunca concluiría. Los fragmentos de ¡Qué viva México!, sin embargo, fueron tremendamente influyentes entre intelectuales de todo el mundo. Tehuantepec fue uno de los hallazgos de Eisenstein, un lugar paradisiaco donde “mandan las madres”, en el que los hombres esperan recostados en hamacas mientras ellas acumulan monedas de oro, gracias a sus habilidades manuales y comerciales en las plazas. “La mujer trabaja y se busca un marido”, se explica en la película, en un delirante vuelco a los estereotipos de género.

 La exuberancia de todo el Istmo de Tehuantepec –“trópicos húmedos, cenagosos, soñolientos”, según los definió Eisenstein– se refleja en el desparpajo de sus mujeres, grandotas y pantorrilludas –como las describiría Elena Poniatowska muchos años después–, coquetas, politizadas y sensuales con sus trajes almidonados de flores bordadas y coloridas.

 Pasar por allí es una cosa irreal para muchos visitantes ajenos a la vida de esta región del sur de México, que desde hace años y años carga la fama de ser un “matriarcado” donde las mujeres reinan, organizan, dominan y protegen a los hombres bajo sus enormes faldas.

Yo creo que las relaciones que se dan entre hombres y mujeres en el Istmo no son muy diferentes a las que se dan en otras partes de Latinoamérica, lo que sucede es que ellas han tomado un papel social más protagónico.

Ustedes se preguntan cómo son las mujeres del Istmo de Tehuantepec?, ellas son mujeres que tienen un papel protagónico, son mujeres inteligentes, que dominan el mercado por cuestiones específicas, como el hecho de que en algún tiempo sus maridos se dedicaron a la pesca o a la siembra, y debido al clima –hay mucho calor la mayor parte del año– solían trabajar de las tres o cuatro de la mañana a las siete u ocho, hora en la que se iban a dormir mientras el producto de su trabajo era comercializado por las mujeres. Por eso se volvieron muy buenas comerciantes. Esta parte económica da mucha seguridad a las mujeres.

Los hombres son muy importantes en esta sociedad, las personas casadas, tanto hombres como mujeres, consultan a sus cónyuges antes de tomar decisiones importantes. A veces la idea generalizada nos muestra a las mujeres istmeñas organizando solas las fiestas, bailando entre ellas, acaparando la palabra, etcétera. De ahí que se hable de matriarcado, pero, siguiendo con el ejemplo de las fiestas, los hombres se aíslan, se reúnen para beber, mientras las mujeres bailan, es decir, ellos son menos visibles. Se trata de características culturales que tienen mucho que ver con la imagen que se proyecta hacia fuera, por cierto nada diferentes a las reuniones que hacemos con nuestros amigos cercanos de moto.

El secreto de sus diseños es la Sensualidad.

“Las zapotecas siempre fueron abiertamente eróticas y viven a flor de piel su sensualidad. El sexo es su juguetito de barro”, escribió Elena Poniatowska en 1989. La realidad parece ser un tanto menos poética, al menos la reservada para la vida privada, lejos de los atavíos llamativos y los collares de oro, del andar cadencioso que las ha hecho tan famosas.

Hay dos formas de concebirse Tehuana o miembro del Itsmo: una, la estrategia de identidad hacia fuera y, otra, la que se representa hacia adentro, que es compleja y contradictoria, parecería que se practica la erótica de la representación del lujo y del oro hacia fuera”.

En ellas hay mucho sarcasmo, sobre todo con los extranjeros, una forma de no incluirlos en la intimidad de la cultura.

Son muy abiertas, te agasajan, te invitan a las fiestas, pero hay otra parte que se reserva sólo para quienes forman parte de la cultura. La sexualidad está recubierta de mucha fantasía y de muchos tabúes lo que hacen que sus tradiciones sean ahora inspiración de pasarelas internacionales.


 
 
 

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